Seguía embobada mirando a la nada, siguiendo la anatomía del
reloj, tic, tok, tic, tok… seguía pensando en que escribir, tenia el pálido
papel delante de mi, con las únicas palabras que se me habían ocurrido escribir
hasta ahora “Querido Alberto:” eso era todo. No había forma de volver atrás, asique
este juego de palabras que contendría esta carta al finalizarla seria mi única
forma de arrepentimiento, mi única forma de arreglar las cosas. Aunque, en el
fondo sabía, que ya nunca nada seria como antes. Todo comenzó un frio día de invierno…
-Ya verás, te encantara, te va ha caer genial. Es mi mejor amigo
desde que tengo uso de razón- dijo Alberto todo ilusionado.
-Seguro que si- dije fingiendo entusiasmo.
-Mira! Hay esta!!- dijo cogiéndome de la mano para hacerme
correr. Yo le seguí, casi sin poder ver nada más que el murmullo de gente por
el que nos adentrábamos.
Alberto me soltó la mano y pude ver como se abrazaba a un
chico, al que casi no podía ni ver. Me quede parada, apretándome mas los brazos
y frotándome las manos por el frio que hacia. Alberto lo soltó, y yo seguía
parada donde antes, analizándolo. Era alto, moreno, de unos preciosos e
intensos ojos marrones. Pude ver como una “Canon” colgaba de su cuello. El me sonrió.
Alberto empezó a acortar la pequeña distancia que había entre nosotros y el lo
siguió.
-Cielo! Este es Jorge. Jorge est…
-Hola! Soy Lara- interrumpí ha Alberto.
-Encantado- dijo acercándose para darme dos besos.
-Igualmente-dije casi susurrando en su oído al devolverle los
dos besos.
-Bueno vamos! Tengo mucha hambre- saltó Alberto.
-Que raro!- dijo Jorge
Camine en silencio al lado de Alberto mientras el y Jorge
conversaban de antiguas anécdotas. Llegamos a la entrada del metro, compramos
tres tickets y esperamos en silencio en un banco al lado de la vía. Cuando el
metro llego, esperamos a que salieran todos los pasajeros para seguidamente
subir. Como no había asientos tuvimos que esperar de pie agarrados a una de las
frías barras metálicas del vagón.
-Bueno ¿y cuanto tiempo lleváis juntos?- pregunto curioso
Jorge
- Pues pasado mañana 2 meses- contesto contento Alberto. Yo permanecía
callada.
-¿Y como os conocisteis?- volvió a preguntar
-Bueno pues… iba yo un día de diciembre tan tranquilo por la
calle, me di la vuelta un momento mientras seguía andando sobre mis pasos. Cuando
volví a darme la vuelta, me choque con ella. Todo su capuchino calló sobre mi
blanca camisa y todos sus libros se esparcieron por el suelo. Después de unas
cuantas replicas por su parte por mi despiste…me ofrecí a comprarle otro
capuchino y hay fue cuando entre risas la acompañe a un Starbucks. Y bueno, lo
demás, es historia-dijo Alberto
-Bonita historia- dijo Jorge sonriéndome. Le devolví la
sonrisa.
-Creo que es nuestra parada, chicos!-dije al escuchar chirriar
las ruedas contra la vía.
-Si, vallamos-me contesto Alberto
Alberto me volvió a coger la mano que había soltado al subir
al vagón. Jorge venia detrás de mi. Mientras subíamos las escaleras pude
escuchar como el “clip” de una cámara había sido musitado detrás de mí. Me di
la vuelta y vi a Jorge sonriendo mientras nos hacia una foto a Alberto y a mi subiendo
las escaleras.
-Quedáis muy románticos- fue lo único que vi formular a sus
labios. Solo sonreí.
Salimos del túnel del metro, pude notar como una ráfaga de
aire frio acariciaba mi cara al salir a la calle. Andamos unos cuantos metros,
alrededor del la plaza mayor y entramos en un “Foster Hollywood”. Alberto
y yo nos sentamos al lado y enfrente de mi se sentó Jorge. Se quito la cámara
del cuello y la deposito en el hueco que había a su lado, en la mesa.
-¿Sabes Jorge?-dijo Alberto- A Lara también le apasiona la
fotografía.
-¿A si?- pregunto mirándome con asombro.
-No solo me gusta, sino que también entrare en la universidad
de Fotografía el curso que viene-conteste con gran satisfacción
-¿Sabes Lara? Jorge estudia Fotografía, de hecho ha venido a
España por eso, por la beca “Erasmus”- me dijo Alberto
-Bueno, solo es mi primer año-Añadió Jorge.
-Que bien…-en ese momento fui interrumpida por una camarera.
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