Caminamos asta la boca del metro hablando sobre técnicas para
hacer buenas fotos. Nos adentramos por la boca del metro de atocha, había muy
poca gente. Nos sentamos un uno de los bancos que había a los lados de las vías
a esperar. Me quede embobada mirando a un chico que tocaba la guitarra. Tocaba
bastante bien. Cuando me giré, me encontré con los ojos de Jorge penetrando con
los míos, con una ligera curva en sus labios. Era perfecto. Llego el metro, y
eso hizo que nuestras miradas se desvanecieran y prestaran atención al monótono
vagón, parado. Hicimos el resto del camino en silencio. De vez en cuando
nuestras miradas se volvían a juntar, y eso hacia que una ligera sonrisa
apareciera en ambos.
Caminábamos por una de las calles que conducía a la plaza
Mayor. Cuando llegamos, Alberto estaba parado al lado de una farola. Se dio la
vuelta y sus ojos conectaron con los míos. Una sonrisa apareció en su cara y salió
corriendo hacia nosotros. Se iba acercando poco a poco a mí. Era como si el tiempo
se hubiera parado de repente, y todo fuera más lento de lo normal. Cuando volví
a la realidad, unos brazos me cubrían. Era Alberto. Poco a poco se fue separando de mí para
juntar ligeramente sus labios con los míos. Yo solo miraba a Jorge. Pude ver
como sus ojos albergaban algo de tristeza, pero quise pensar que eran ideas mías.
Finalmente Alberto me soltó del todo y le dirigió un alegre abrazo a Jorge.
Quien disimuladamente sonrió.
Jorge y yo tomamos unas cuantas fotos de la plaza Mayor.
Caminamos por unas cuantas calles entre risas. Llegamos a la puerta el sol y allí
Jorge tomo unas cuantas fotos más.
-¿Os apetecería tomar algo?-dijo Alberto- Yo invito.
-No se, son las 12:00 y a mi me gustaría ir hacer unas cuantas
fotos en el retiro-Añadió Jorge.
-El retiro queda un poco lejos, hace mucho frio y yo a las dos
en punto tengo que estar en mi casa-respondí.
-Jorge, si quieres yo te llevo mañana, pero déjame invitarte a
algo-dijo Alberto poniendo morritos- Además! Que te quedan muchos días aquí ¿No
querrás verlo todo en el primer día?
-Esta bien! Pero mañana vamos sin falta-dijo Jorge medio
convencido.
-Esta bien, esta bien!-Musitó Alberto
Caminamos asta un Starbucks.
Alberto se pidió un café con caramelo
y Jorge y yo un Cappuccino. Nos dirigimos
a una mesa libre. Esta vez fue Jorge quien se sentó a mi lado y Alberto
enfrente de mí. Jorge y yo situamos nuestras cámaras en el hueco libre al lado
de Alberto.
-Cariño! ¿Te conté ya que Jorge vive enfrente tuyo?- dijo Alberto.
Mire ha Jorge, quien me devolvió la mirada. Una sonrisa se escapo de nuestros
labios.
-No-finalmente respondí- Pero ya he tenido oportunidad de
enterarme.
-¿A si?- Pregunto curioso Alberto- Eso me lo vas a tener que
explicar mejor.
Yo miré a Jorge suplicándole
con la mirada que respondiera por mí.
-Si, es que al salir esta mañana de casa me encontré con ella
y por eso llegamos juntos-se excusó Jorge. Alberto se dio por convencido. Yo solo
solté un leve suspiro.
Conversamos durante una
media hora más hasta que decidimos dar por acabada nuestra mañana juntos.
Caminamos hasta la boca del metro de Opera. Alberto y yo íbamos de la mano. Me
giré hacia él. Situó una de sus manos en mi nuca y la otra en mi cintura. Me
apegó más a él y unió sus labios con los míos en un tierno beso. Cuando se
separó dirigí mí mirada a Jorge, quien incómodamente, estaba mirando al teatro.
Alberto se giró hacia Jorge, quien le dio un abrazo de despedida. Jorge y yo
nos quedamos embobados viendo como poco a poco se alejaba. Finalmente bajamos las
escaleras, para fundirnos en la oscuridad de uno de los túneles de Madrid.
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