-¿Qué haces?- pregunte divertida
-Soy fotógrafo, y mi trabajo es
capturar todas las cosas bellas que veo-respondió sonriendo. Nuevamente le
sonreí- ¿Te apetecería que fuéramos a montar en barca? Opino que puedo hacer
buenas fotos desde una.
-Claro! –Respondí impaciente
Jorge se fue hablar con el hombre
que las alquilaba, vi como saco unos billetes de su cartera y se los entrego.
-Ya esta! Todo solucionado- dijo
sonriente- ¿Vamos?
-Vamos- dije alegre
Llegamos al pequeño embarcadero
donde estaban todas las barcas y nos introducimos tambaleantes en una. Jorge
empezó a remar alejándonos de la orilla. Nos pasamos todo el viaje en barca
charlando y riendo. De vez en cuando Jorge dejaba de remar y hacia algunas
fotos. Yo le contemplaba con una amplia sonrisa. Realmente era perfecto, un
verdadero ángel. Una de estas veces Jorge me pillo observándole divertida.
-¿Qué pasa?- Pregunto divertido
-OH! Nada- respondí vergonzosa
-¿Y que hacías mirándome?-
pregunto curioso.
-Pues…yo también soy
fotógrafa…asique también capturo cosas
bonitas-respondí vergonzosa
-¿Y con que cámara?-preguntó
riéndose
-Pues…con la mente…-respondí
-Esa es una buena cámara, pero
ten, captura esa cosa bonita con la mía-dijo él
-Está bien-respondí- Cogí su
cámara y enfoque hacia una barca que pasaba a nuestro lado. Hice una foto.
Luego la enfoque hacia el, hice otra foto, y otra, y otra… El me sonrió y yo
capture su sonrisa.
Pasamos una hora entre risas y
buenas fotos. El sol se puso y nos dejo un perfecto paisaje que capturar.
-Es precioso-dijo Jorge.
-Si-respondí
-El momento, el lugar y la
persona perfecta-añadió bajando la mirada y sonriendo. Yo asentí y perdí la
mirada en el horizonte. Sabía que esto estaba mal, yo tenía novio y el era su
mejor amigo. No podía hacerle esto a Alberto y menos con el, mi vecino, mi
querido vecino.
El resto del camino hacia el
embarcadero lo hicimos en silencio. Caminamos por el parque con el único sonido
de nuestros monótonos pasos al rozar contra las hojas caídas de los árboles. De
vez en cuando, el ángel que caminaba a mi lado comentaba algo sobre nuestra
tarde capturando cosas bonitas, yo solo reía y asentía como respuesta.
Salimos de la boca del metro de
atocha. Caminamos hacia nuestra calle en completo silencio. Era realmente
incomodo. Iba por la acera contraria a la del bloque de pisos donde vivía.
-Adiós- le dije a Jorge y me
dispuse a cruzar la calle pero antes de que pudiera dar un solo paso más, Jorge
me agarro del brazo.
-Espera-susurro casi en mi oído.
Estaba demasiado cerca y eso me gustaba.
-¿Que?-dije
-Gracias por darme una tarde
perfecta contigo-dijo sonriendo