martes, 12 de noviembre de 2013

Capitulo 3

Tenia todavía los ojos cerrados, hacia ya un rato que el despertados había sonado. Una fría ráfaga de aire golpeo contra mi cara. Me arrope mas con la colcha, tenia frio. Todavía eran las 10:15 y dentro de una hora había quedado con Alberto y mi nuevo vecino, Jorge. Había algo en el que hacia que un escalofrío recorriera mi cuerpo cada vez que lo pensaba. Noté como algo había sido golpeado ligeramente contra el cristal de mi ventana. Me levanté y me dirigí a ella. Corrí ligeramente la cortina, y lo vi, sonriendo de oreja a oreja. Estaba sin camiseta. Me quede embobada mirando su perfecto torso. Ligeramente moreno. Musculado. Tenía un puño cerrado, con varias piedras atrapadas entre sus perfectos dedos. Supongo que una de esas había sido la que había golpeado antes mi cristal. Vi como metía la mano en el bolsillo para sacar su teléfono móvil, marco unos números y se lo acercó a la oreja. Entonces lo escuche. Era la canción de “True love” la que provenía de mi teléfono y hacia que se pudiera escuchar por todo el dormitorio. Me acerque a el. Pude ver como “Jorge” aparecía en grande por toda la pantalla. Descolgué.
-Hola- dije
-Buenos días!-respondió con su perfecta voz angelical- ¿Qué tal dormiste?
-Genial, gracias- dije
-Me alegro-lo vi sonreír- escucha, Alberto me dijo que hoy habíamos quedado en la plaza Mayor pero…como yo no se ir…me preguntaba si ¿podríamos ir juntos?
-Claro-respondí entusiasmada
-Perfecto! ¿En 45 minutos me paso por ti?
-Vale, es el 1º C –dije- ¿No te perderás por la calle?- pregunte  a broma
-No, tranquila, no creo que tenga mucha perdición cruzar la calle-respondió riendo
-Oye, te podrían atropellar jaja- respondí mofándome de él
-Mmm…puede, puede…igual es demasiado riesgo y no voy- dijo mofándose de mi
-Bueno, pues tu te lo pierdes!-respondí sonriéndole
-Esta bien! Nos vemos, chao-se despidió
-Adiós-colgué
Tenía exactamente 40 minutos para ducharme, arreglarme, recoger mi dormitorio y desayunar. Tendría que correr. Rápidamente deslicé mi pijama por mi pálido cuerpo y lo deje caer en el piso. Abrí el grifo del agua de la ducha y me puse debajo. Diez minutos más tarde salí de la ducha. Enrosque una toalla alrededor de mi pecho y la amarre para que no se callera. Empecé a secarme el pelo. Fui asta mi armario y lo abrí. Sabía que el color favorito de Alberto era el amarillo, mire el vestido de ese color, pero en vez de eso me puse una blusa verde, unos jeans blancos  y unas converse a juego con la blusa. Corrí por el pasillo asta la cocina, estaba mi madre.
-Buenos días, Lara-me dijo
-Buenos días, mamá-respondí
-¿Por qué tanta prisa?-preguntó curiosa
-Es que he quedado con Alberto y un nuevo amigo suyo que ha venido a España. Tengo 10 minutos antes de que se pase a por mi-respondí mientras me preparaba el desayuno.
-A, ¿Es que vive cerca?- pregunto de nuevo
-Vive en el bloque de pisos de enfrente-respondí
-y ¿Por qué ha venido a España?-volvió a preguntar. Pesada! Pensé.
-Porque va ha estudiar aquí-respondí
-y ¿Qué estudia?-Volvió a preguntar
-Fotografía. Acaba ya el interrogatorio, mamá, tengo prisa-respondí llevando mi baso de leche con cola-cao ya vacio al fregadero
-Solo me interesaba, hija-respondió mi madre sonriendo
-Bueno mamá, hago mi cama y me voy, a las dos estoy de vuelta-dije saliendo de la cocina y dirigiéndome a mi dormitorio
-Está bien! Pero se puntal, ya sabes que tu padre odia comer tarde- la escuche gritar desde la cocina.
Entré a mi dormitorio. Todo era un caos. Tenia 5 minutos asique empecé a correr de un lado a otro del dormitorio. Ya había acabado cuando escuche el timbre. Rápidamente me puse el abrigo, el gorro y los guantes. Cogí mi cámara y salí corriendo por el pasillo asta llegar a la puerta, y la abrí. Ahí estaba, con una perfecta sonrisa que le llegaba de oreja a oreja. Pude ver como su cámara colgaba de su cuello y se depositaba a la altura del pecho. Su perfecto pecho.
-¿Vamos?- pregunto
-Vamos- respondí cerrando la puerta detrás de mí
 Bajamos las escaleras en un incomodo silencio. El abrió la puerta e hizo un gesto con la mano para que saliera.

-Que caballeroso –dije. El solo sonrió.

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